Fue un tiempo difícil, yo sé...
Fue un tiempo de repetirme una y mil veces mi propia historia sin llegármela a creer, fue el tiempo en que las cosas más increíbles llegaron a ampliar los límites de la credulidad, en que lo perceptivo fue mucho más allá de los estímulos del medio, en que las imágenes iban más allá de mi retina policromática, los sonidos más allá del oscilar del yunque, el martillo y el estribo...los olores más allá de mi nostálgica pituitaria, los sabores más allá de mis resentidas y confundidas papilas agridulces... las sensaciones cada vez más allá de las caricias que asomaban por las manos...
Fue todo una cuestión de posicionamiento, de llegar a entender que las pérdida podían volverse triunfos con el simple gesto de dar la espalda al mundo, de cerrar algunas puertas, de contemplarme a mí misma como un holograma de la vida, de salir de mi burbujita, de mi delgada cúpula para verme a mí misma, de golpear mi pecera y estremecerla para atreverme a salir a nadar, esta vez en altamar…
Estuve tanto tiempo prendida de mi ingenuidad y mi fe, que ahora sin avisos y sin más fuerzas me dejaba caer…
En la arena del displacer, obligada a sentir el dolor de la caída, a veces siento ganas de volver a la pecera, pero la Kary no es así, nunca echó pie atrás, jamás se rindió ni consideró la pérdida como parte de la vida… mas ciertamente he de temer…. A confiar, a amar, a volverme a enamorar de mí misma…
Es hora de que “Cachalote” vuelva al mar… aún con la pena de Amelie por esa pérdida…
a cada quien su destino…