Los años no pasan en vano… eso dicen por ahí… Lo único cierto es que ayer a las cuatro de la mañana me eché a llorar a mares… ni el mismísimo Marco sabe que me hizo llorar como una tonta…de repente en medio de la noche me di cuenta que estábamos conversando solo los dos… que él a diferencia mía no tenía que levantarse temprano y que si lo hacía era solo porque debía volver desde Rancagua…que yo estaba sola frente al teclado tratando de convencerme que a las 4 de la mañana no hay nada más que hacer que ir a dormir… pero el síndrome del día domingo me tomó sin aviso y se apoderó de cuanto recuerdo encontró…
Después de mucho vagar por internet, de jugosear al máximo sin saber que hacer… de sentirme culpable porque ahora tenía tiempo para dormir y no lo estaba haciendo, pensaba que si no lo estaba haciendo era por algo también… que los dolores de estómago por comer cualquier cosa no eran por nada, que los desajustes de sueño no eran por nada, que sentir esa indolencia frente a los recuerdos que todavía me duelen, y, que sentirme así de NORMAL a dos días de mi cumpleaños… a sabiendas que de nuevo estoy lejos de casa, que al regreso no hay Javiera en la puerta con pancartas ni un papá con mirada dulce y silente, ni mamá con su torta comprada en el super… sí, realmente era triste, pero no quería asumir que era así porque no podía darme semejante lujo a esta altura del año…no a menos de un mes de egresar...
Pensaba en mis amigas y en la alocada vida de la U. que muchas veces no nos deja saber ni la fecha en la que estamos…
…de pronto me sentí con miedo a ser olvidada…
…pensaba en las clases y en que el mundo no paraba por mí ni por nadie… pensaba en las promesas falsas, en las mentiras, en los errores y en la culpa de ese peso que aún cargo…todo se daba vueltas en mi cabeza y no podía darme tregua alguna para poder conciliar ese estúpido sueño que falta tanto los miércoles por la noche…
También sentí culpa por todos los actos atarantados, sentí pena por esperar y conducirme sola al error por ello y de apresurarme a salir a caminar bajo la tormenta, los truenos y relámpagos cuando sí debía quedarme en casa… sentí vergüenza de haberme convertido en lo que no era…y me dolió darme cuenta que había crecido a punta de porrazos, como todo el mundo…
Tal vez, por un momento pensé que crecer era un asunto diplomático, civilizado y factible de ser manejado… pero me di cuenta que muchas veces la vida no era como yo quería, que las variables se me arrancaban de las manos y que aprender no siempre era la experiencia académica agradable que encontré en mi carrera aún cuando muchas veces también me hizo llorar de frustración…a diferencia de la U. , la vida no siempre te dejaba ese sabor dulce al final…
Desde hace algunos meses me di cuenta que los años son ciclos infalibles, que cada año que pasa desde un acontecimiento siempre te obliga a retroceder, a recordar, a recapitular y ordenar… que a veces hay asuntos pendientes por cerrar y que si no lo he hecho es porque me aterra creer convincentemente y luego sentirme otra vez vulnerable y presta a caer…
Hubo gente que se quedó en el camino, hubo gente de la que me deshice como se desechan los papeles, como se tiran en el tarro de la basura todas esas cosas que sobran de la clase como papelillos picados… hubo gente importante a la que tuve que renunciar y hubo gente que me obligó a optar entre mi amor propio y el amor que tenía por esas mismas personas…hubo gente que me dejó aprendizajes dolorosos, hubo gente que me dañó deliberadamente y aún más… consciente de su daño…
Hubo gente que me confirmó la teoría de la supervivencia y me obligó a ser fuerte y a florecer entre la maleza…
Y hubo gente a la que aún le debo una disculpa por haber pagado platos rotos que no le correspondían…
Hubo peleas, hubo enojos y hubo llanto, hubo pena y hubo frustración… y también hubo días hermosos en que mis ojos se llenaron de luz aún en la niebla… y hubo días en que sentí amor por lo que hacía, hubo días en que me sentí grandiosa y llena de dicha, en que mis alumnos aprendieron lo que un año no aprendieron en su sala de clases… hubo gestos de plenitud, pero siempre fueron en la Universidad…
Hubo momentos en que sentí que mi vida era poco, pero que era todo lo que tenía y, a veces, quería…
Hubo besos llenos de fervor y profundo enamoramiento después de largos meses de espera, hubo momentos en que todo se llenó de luz cuando volví a recuperar por un instante lo que fue parte mía y por extrañas razones regresaba con una disculpa en la boca… hubo un regazo dulce y conciliador para cuando regresó, hubo un perfume impregnado en la pituitaria por una semana de septiembre aletargada, hubo un botón rojo que se resistió a marchitar en el florero de mi cuarto, hubo confusión y hubo pasión, hubo calor y hubo miradas que chocaban contra su casi pueril pudor, hubo intensidad y bipolaridad, hubo temor en el roce con su piel blanca como la nieve que coronó la palabra fría y asquerosa cuando se marchó por la puerta 21 camino al ascensor… hubo sol y hubo niebla espesa… y hubo días para recordar y otros días para olvidar…
Hubo orden y a cada uno su lugar…
Me ha tocado la platea de la vida… las luces comienzan a emerger desde el escenario, porque comienza un nuevo capítulo para desentrañar, para desollar con suspiros y caricias, con sollozos y nostalgias… con los por qués que aún no me contestas, con el abrazo profundo y la mirada perdida detrás de tu hombro… con el recuerdo de la carcajadita pueril, con el esfuerzo de crecer cuando aún no es tiempo, con el desarrollo del sentido común aún cuando no es el más común de los sentidos, intentando flexibilizar tu cognición, pero por sobretodo de cultivar la inteligencia que es propia de la emoción…
Y ahora que la nueva función comienza… algunos pupitres se hallan aún vacíos, donde nunca nadie llegó… otros se repetirán la función y otros se encuentran prestos a llegar… hay mitades en el suelo de todo lo que ellos dejaron y de todo lo que pasó… hay mitades de objetos extraños que se juntan, pero no encajan… aprendizajes que no anclan porque aún queda camino para generar otras mitades que logren encontrar las incertidumbres y darles respuestas tardías, pero sabias…